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Eones de
calendas delante más sinceros,
cuando tardes y
agobio, tramposas golondrinas,
aún sin rosas ni
lirios comedidos, salvo enaguas:
solo fresias
tentadoras.
¿Cómo dijiste?
¿Por qué la certeza?
¿Por qué la
horrenda sustancia conocías?
Es claro, no
tanto, que sonrisas del oscuro robledal,
misterio
poderoso,
y al desgano de
ciencia cuasitierna y terca y seca:
rocas, sólo
rocas, y el sol a plomo en el descanso
fuentes de
trasnochados espejos , y de gozo y de perverso,
o cantimploras
vacías.
Y parvas
tumultuosas.
Tú, como dijeron,
fueron por el
fruto tentadas de la higuera.
Su forma sapiente
su círculo culebra,
su forma modelo /
su escama / su esqueleto:
rosa perfecta
¿por qué las
quejas?
Esa sonata para
sombras y misterios o cenizas,
de rosa
fabricada
ya contumaz
copista alucinante,
cigarrillos
y liebres
polveras
provistas,
indujo, en tiempo
que renueva,
al inocente
primerizo, torpemente encabritado,
originalmente al
pánico, misterioso cáliz promovía,
ánimos provocan
el motivo, y la promesa temerosa
+ dulce +
luciferina + tortura:
el abismo de
caídas y reniegos.
Suspensores y
ligas, y de máscaras
y el delicioso
círculo o tramposo.
Expectantes extraíamos las cartas:
Declarar la mano
y siete bazas,
con y sin
triunfo,
según la Edith
lo dijera:
Él, juega fuera
del tiempo de nubes y pasillos
tumultuosos o
benignos y exitados.
Él, permanece
inmutable ajeno al compromiso
del desahogo o
la carencia:
¿Recuerdan?
El fru fru ¿todo
eso?
La ronda,
azucarcandia, las tretas?
Los votos, el
cohecho, las marcas
y el recambio,
y tú Edita por
qué tanto te acercas, tanto?
Por qué tu piel,
esas sequedades,
tus vellos, la
misa de once, tu sonrisa, tu desquite,
como si fueras
primera, alumbras ala sombra
tus sobacos como
triste y suave en las Perdices
a la Sombra y al Sol
a la Sombra y al Sol
ocultas y
plañideras?
Una apertura de
aromos?
Un diario sin tu
nombre y el destierro.
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