lunes, 9 de mayo de 2011

(10) EL MUNDO

   
  




10



Las había que fumaban y encarnaban el demonio.
Aquella bestia plañidera enlodaba nuestros gozos
de gusanos.
Cambiando ilusiones de carne por cosquilleos
los parlantes atronaban hola Roque
a éste lo engañaba su amiga persistente
allá en el Rancho Grande, el de las meras ilusiones
a ése, las grandes esperanzas de sus diestras embobadas
en medio los barriales
el corrido más mentado. En frontera decaída.

Una infancia que fue lo nunca. Ni de saudades siquiera
estableciendo diferencias:
Yeanes        azules    /           Percalas     blancas.

En todas las versiones
algunos perjudican bisteques, los asuntos en sordina:

cuerdas lloran, violines maúllan
y hasta casi collares o cochayuyos con una que otra falda
por los bosques y lagunas
recuerdos planeantes en medio de misiones:
fornicarne fornicarnecido: misteriosísima palabra.

Tú que te creías
terrible
como conocer
como trasplantado al barro de una ciénaga prístina
como explorar debajo la escocesa de la prima.

Dulce como Adán conoció Eva.
Tremendo ese verano de Plegarias.

Terribles consecuencias.


  





   

2 comentarios:

  1. Excelente poema querido Amigo, espero que las consecuencias no hayan sido devastadoras y les acompañen más, dulces recuerdos.
    Besitos.

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    1. Saludos RoseMarie: gracias por la visita y tu aprecio al texto. Las consecuencias, supongo, varían con las personas: a veces dulces, a veces para no recordar. Besitos igualmente a ti.

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