lunes, 9 de mayo de 2011

(10) EL MUNDO

   
  




10



Las había que fumaban y encarnaban el demonio.
Aquella bestia plañidera enlodaba nuestros gozos
de gusanos.
Cambiando ilusiones de carne por cosquilleos
los parlantes atronaban hola Roque
a éste lo engañaba su amiga persistente
allá en el Rancho Grande, el de las meras ilusiones
a ése, las grandes esperanzas de sus diestras embobadas
en medio los barriales
el corrido más mentado. En frontera decaída.

Una infancia que fue lo nunca. Ni de saudades siquiera
estableciendo diferencias:
Yeanes        azules    /           Percalas     blancas.

En todas las versiones
algunos perjudican bisteques, los asuntos en sordina:

cuerdas lloran, violines maúllan
y hasta casi collares o cochayuyos con una que otra falda
por los bosques y lagunas
recuerdos planeantes en medio de misiones:
fornicarne fornicarnecido: misteriosísima palabra.

Tú que te creías
terrible
como conocer
como trasplantado al barro de una ciénaga prístina
como explorar debajo la escocesa de la prima.

Dulce como Adán conoció Eva.
Tremendo ese verano de Plegarias.

Terribles consecuencias.


  





   

(11) EL DEMONIO

   



11

Su primer Play Boy?
Ése que la bestia espumajante ameniza en los recreos
cuando la sotana no cuida mover las tendencias
al sendero de la dicha:
Se hace el desentendido.
Quien no quiere la belleza jamás será pillado
en la ganancia de su tiempo:
Como cuando la Edith pasea
sus caderas por la plaza, en pescadores y trémula.

Y en ayuno.
Yo?
cuarenta, con ojos de pescado, siguiendo
el vaivén
de las que llegan a la plaza,
La Plaza Lillo, al enredo de parejas
antes que el general la destripara
a reconocer blue yeanes, de cualquier color,
pero azules en lo diestro:
Siempre azules anteriores al consumismo de pantorrillas
al intercambio de manos digitantes / reiterados
dientes de coneja
labios de huída negra
ojos tan ciertos, tan grandes
sus rocks de campeonato:

Pero intervino el hermano mayor
y la Edith se fue alejando
y la Ana María creció
y la Mónica quién sepa.

Le dejaron con una pasada terrible
guardada de inocencia, el orgullo por los suelos
la plaza bruscamente sin su honra.

Desquitaría un menguado pingüino grisáceo
a riesgo de marcas en la casita / y la dulzura
en ojos bizcos, atorados en el recuerdo:
Turbios en la maleza del encuentro.

Crucifijo de estaños y celestes:

su crecimiento extinguido para entonces.






 

(12) TRAUMAS

  
  




12


¿Su segundo?
La memoria recuerda más bien el arociris
que el barrial en las poblas.

Las experiencias somática o la falta de azúcar:
siempre las primeras, dicen,
en el internado:
la víbora en medio de su trampa.
Cuando aspiró el habano por orgullo
hízose el vacío hasta en la retórica.

En algotra dudosísima no comas
la caluga que en las casitas
esqueletos azulosos y taimados.
El principio de la presencia y los mitos singulares.

Te arreglan.
Un cohete desbocado detecta conejitos.
En el cumpleaños de la prima
de la tía la soltera.
Las primas: la esencia en relaciones: exhuber antes
y dichosas.

Como repollitos / o han llegado cartas.








   

(13) INICIACIÓN










13




En el instante de la caída
discontinuo el tiempo consciente
le impresionó la velocidad de la flaca
cuando por vez la 1ª    final de la decadencia
ese amarillo verde entrecortado en la penumbra
esa angustiosa maravilla desacelerada y ronca
en el recuerdo              admisión a la tierra
poco antes del encuentro decisivo:
Como lobo, y su marca en medio
de la frente                  la elección del inicio
ya ni los recuerdos serían: no los mismos.

Ganó el ciframiento acompasado.
Se olvidó de los gusanos.

Recuerda una llovizna
de cuadrícula tosca y agobiante.
Un dejar ir sudores derramados / en la deriva:


Concreciones literarias.