lunes, 2 de mayo de 2011

(23) EL ARCOIRIS




23



De sangre, el escenario de sueños repuebla,
inmolada y plañidera la rosa espectral,
en primas de cuasi raptos,
de cuando las pieles jubilantes de víboras,
o máscaras inquietas,
de cuando el viento penetra celosías
y el fru fru de los intentos renovados y curtidos
secan y humedecen:


La misma calamitosa manera
de resolver las astucias del supremo.


Los enviados socarrones contemplan
el restablecimiento del orden
putrefactos es deducen
varios fetos bajo la encina que escurre,
una alegoría de esfinge, con hidra o quimera sapiente,


ellas abajo,
en el nivel de las primeras yerbas o azulosas,
con las ansias culposas abiertas a la yedra indagan,
y sonrieron nostálgicos sufrientes
como olvidadizas golondrinas que desertan:


el jardín repuebla los aromas,
la acuosa materia hácese refractaria
o en ciertas pervertidas condiciones
de pavos reales y cisnes mostrencos
más sutiles y bellos.


Lenguas entrañadas solicitan el envío de aquel fuego:
y fuego obtuvieron:


con aire en movimiento,
con lo suave y lo penetrante,
con el angélico viento o rumores y crípticos,


y la prima mayor, poco antes del mediodía,


durante la tardía primavera,
o en los comienzos de un verano suave,
cuando los duraznos en flor
en el patio umbroso, perfuman muslos atrevidos,
cuando la fragancia en el viento,
donde nueve floridos ciruelos en el quinto jardín,
una sencilla ofrenda en el ocaso,
una sencilla ofrenda,
antes que torturar al buey durante la aurora,
y los muslos conocieran arriba y un almendro o
la felicidad reiterada, y verdadera


del matemático arco prometido.


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