La Gume cuidó
tanto, y no siendo rosa
más bien desaforada
camelia en la espesura,
pero tanto su
cuerpo como pétalo para día de futuro
o templo (codiciado)
del espíritu, y su risa:
cuadra llena
de murmullos al intercambio en el
parque de
espinas por delirios
o reserva en
días de escándalo y nostalgias
que en noches de
escaseces compartidas
perdió el habla
la poquedad que
diferencia:
Aun contiene los
chillidos al nivel de sus rodillas.
La Gume, sola
hija única y sola
de tristes solos
hijos únicos y solos:
Como tabla a la
deriva, durante ésa
la infancia
rectora
cuando los
almendros amargan la saliva de las primas
he ahí su drama:
Ni un primito
que entrenase su cintura.
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