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Su primer Play
Boy?
Ése que la
bestia espumajante ameniza en los recreos
cuando la sotana
no cuida mover las tendencias
al sendero de la
dicha:
Se hace el
desentendido.
Quien no quiere
la belleza jamás será pillado
en la ganancia
de su tiempo:
Como cuando la
Edith pasea
sus caderas por
la plaza, en pescadores y trémula.
Y en ayuno.
Yo?
cuarenta, con
ojos de pescado, siguiendo
el vaivén
de las que llegan
a la plaza,
La Plaza Lillo, al
enredo de parejas
antes que el general la destripara
a reconocer blue
yeanes, de cualquier color,
pero azules en
lo diestro:
Siempre azules anteriores
al consumismo de pantorrillas
al intercambio
de manos digitantes / reiterados
dientes de
coneja
labios de huída
negra
ojos tan
ciertos, tan grandes
sus rocks de
campeonato:
Pero intervino
el hermano mayor
y la Edith se
fue alejando
y la Ana María
creció
y la Mónica
quién sepa.
Le dejaron con una
pasada terrible
guardada de
inocencia, el orgullo por los suelos
la plaza
bruscamente sin su honra.
Desquitaría un menguado
pingüino grisáceo
a riesgo de marcas
en la casita / y la dulzura
en ojos bizcos,
atorados en el recuerdo:
Turbios en la
maleza del encuentro.
Crucifijo de estaños
y celestes:
su crecimiento
extinguido para entonces.

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