8
El desayuno
compensaba la miseria:
Tanta elevación
de sudor, apaciguado
en los cuervos
la condena volvería:
ese aliento a deliciosa podredumbre
esas diestras
manos prometidas
sinsabores
comedidos
sus ojos de
paloma
su desnudada veladez:
loco le volvían
más de lo que
nunca pudo resistir
el fru fru de las
sábanas
el recuerdo de
la luna:
un dejo de
conciencia.
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