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Mujer, no se
atreven a escribir / los símbolos
vienen y van oscurecidos
y su fulgor enceguece
o decir como
descifrando signos desatentos
o insinuar desencubriendo
mitos aletargados
en la caída
de la tarde
aunque las graciosas
rosas lo merezcan
aquello que
debíamos
firmar
en los comienzos
del tiempo de las claves
y amaneceres con
sueño:
Las pichangas tan
poco exaltadas lo reafirman
no bien disfrutaste
la escurridiza palabra
el verbo
subrepticio
ese renuevo de
ataduras y carencias
(las subvertidoras delicadas primicias
a impedir el inicio de la noche
deciden la tormenta)
comenzaste
dudosa por temor de madrugadas
o como lluvia
repicando fuerte y ahogando los gritos
a más delirio y
consecuencias
en la diversión de
la costumbre y los cardos de la infancia
aquel cemento de
amorosas carencias:
que te irás a tu
cielo con sus primas
y él iría a tu
infierno sin la Edita:
cubierto de calzones en
el entorno de su aura
o colalesses donde
domesticar los hábitos
feraces labios
mayores
y menores dudas brotadas
en la consiga:
Nada.
Porque hacia
nada es la partida.
Y sin embargo
aún pasan las avutardas
de la infancia
por el curso
esclarecido de la tarde.
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